
21 Feb ¡El Carnaval! Todo sobre el Entroido de Laza en Ourense
Es uno de los carnavales más auténticos y antiguos de España, así como uno de los más sorprendentes, extremos y divertidos. Al menos una vez, hay que vivir el Entroido de Laza (Ourense, Galicia).
Aunque las generaciones vayan cambiando, los habitantes de la localidad están firmemente comprometidos a conservar intacta la esencia tradicional entroido (carnaval en gallego). Ello requiere dedicación, entrega y espíritu, no solo durante los festejos, sino desde los preparativos que inician con el año.
Laza es una pequeña localidad ubicada en la Montaña Ourensana, perteneciente a la comarca de Monterrei (Macizo Central Ourensano). Fuimos ahí a pasar la tarde del luns borralleiro, el día grande del entroido de Laza. Llegamos pasada la hora de comer, acompañados de miembros de la Asociación Cultural Os Carallos de Ourense. Nos advirtieron llevar buen abrigo, chubasquero, gafas de buzo y plásticos para cubrir las cámaras. Como nosotros, gente de todas partes se había dado cita en el pueblo con la ilusión de experimentar este particular y divertidísimo carnaval rural con la tradición centenaria que lo acompaña.
Según llegamos a la Plaza de la Picota, el centro del pueblo, nos encontramos con los personajes primordiales del entroido lazense: los peliqueiros. Nuestro cicerone, Martiño Ramos, nos explica que representan a los cobradores de impuestos de la época feudal, provenían del cercano castillo de Monterrei, en Verín, hoy, Parador Nacional de Turismo.
El traje de peliqueiro se porta con orgullo generación tras generación. Consta de una careta de madera en la que destaca una sonrisa inquietante y por detrás lleva una piel o pelica, de ahí el nombre del personaje. Lucen impecable camisa blanca, chaqueta bordada con galones dorados y pantalones decorados con pondóns o cinchas colgantes. A la cintura, van sujetos 6 pesados chocos o cencerros, con el andar deben hacerse sonar enérgicamente para anunciar la llegada de los enmascarados y ordenar que se abra el paso. Los peliqueiros aparecen corriendo en fila, con una zamarra empuñada en la mano; en cuanto se escucha el choque de los metales, hay que hacerse a un lado si no se quiere recibir un azote.
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La bajada de la morena, las hormigas, los tojos y la harina.
¡Festa Rachada en Laza!
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Sandra Rivero, vecina de Laza y nuestra cronista del entroido, nos cuenta que el lunes borralleiro inicia por la mañana, en la Plaza de la Picota, con la Farrapada, una pelea a trapo limpio, más bien sucio, muy sucio. Los participantes vestidos con sus peores galas se dividen en bandos y arrojan con fuerza, a sus contrarios o a cualquiera que se le dé estar por allí, farrapos o trapos viejos mojados en barro. Aunque la intención original de esta costumbre era solo hacer una broma manchando a la gente que pasara por la plaza, hoy en día se ha convertido en una batalla campal de todos contra todos. Si te dan, la cara puede quedarte como un poema.
Son las cuatro de la tarde, las calles se van abarrotando. Nosotros caminamos por una acera ascendente en busca de una buena perspectiva, está por empezar la siguiente fase del carnaval: La bajada de la morena, que sale del Barrio de la Cima da Vila de Laza. Mientras esperamos, un hombre se nos acerca para mostrarnos lo que guarda en un enorme saco y dice, arrojará a las personas, es tierra mezclada con hormigas bañadas en vinagre para enrabietarlas y muerdan al contacto con la piel. Miramos alrededor y como él, muchos otros llevan cargas similares y aguardan con impaciencia la señal de arranque.
Los primerizos notamos un poco de tensión en el ambiente. En realidad, somos nosotros los que estamos nerviosos por la espera, la incertidumbre y porque no logramos imaginar lo que se avecina. Los más veteranos en estas lides se divierten contando a los nuevos visitante historias que ocurren alrededor de la fiesta, a cada cual más terrible, para aterrorizar. Por nuestra parte, sabemos que habrá jaleo, tierra y hormigas rabiosas, y que estamos en medio de una multitud de la cual no tendremos escapatoria. Solo nos queda dejarnos llevar.
En un momento dado sobre nuestras cabezas pasa una hormiga gigante que, como marioneta, es movida desde abajo por varias personas. La hora se acerca, ya está cayendo el sol. De repente, alboroto general. Se inicia la procesión y se desata una descomunal guerra con tierra, hormigas y harina. No hay tregua. Todos toman parte de la locura desatada, mujeres, hombres, niños y ancianos; todos corren, unos persiguen, otros huyen; con una mano se arroja y con la cara se recibe.
En cuestión de segundos, apenas se perciben siluetas en una densa nube de partículas. En medio del desenfreno se escucha una advertencia: “¡Vienen los ‘tojos’!”. Se distingue a varias personas que llevan en cada mano ramas espinosas y van atizando a todo aquel que encuentre por delante. Van abriendo camino al burro y su jinete, es una joven a punto de casarse que va saludando amablemente. Finalmente, «¡baja la morena!»… un vecino disfrazado de vaca, va embistiendo a todo el mundo, como una vaca loca suelta entre la multitud.
Sigue la contienda. Se han sumado los fariñeiros, que a boca de cañón, disparan harina sobre la gente creando un manto de neblina blanca. Para tomar fotos, en más de una ocasión buscamos algún resguardo, pero no hay escapatoria posible. De hecho, sufrimos en carne propia los mordiscos de las hormigas, pues los vecinos se ocupan especialmente de los forasteros. Se han abalanzado sobre nosotros para desgarrarnos el chubasquero e introducir bajo la ropa puñados de tierra aderezados con hormigas avinagradas que, efectivamente, están rabiosas y muerden.
Aunque pueda parecer algo extremo, esta fiesta es pura diversión, juego, risas, carreras y huidas, y todavía queda mucha celebración por delante. Una vez finalizada la fariñada, aparece triunfalmente en la plaza el carro de la cachucha, conducido por hombres de torso desnudo, organizados en torno a un gran caldero para repartir gratuitamente a los asistentes lo que en Galicia se considera un manjar, la carne de la cabeza de cerdo asado. Por su parte, desde un enorme escenario, la orquesta pone a bailar a todos.
La simbología del entroido
Todo lo que ocurre en este carnaval de Galicia tiene un significado y una razón de ser. Según nos explica Sandra Rivero, en el carnaval aunque la prioridad es divertirse, todas sus actividades guardan un significado relacionado con la naturaleza. Las hormigas simbolizan la fertilidad de la tierra, la harina ha sustituido a la ceniza que era lo que se arrojaba antiguamente para purificar simbólicamente la tierra. Los arbustos punzantes o tojos anuncian la llegada de la primavera. Quienes portan los ramajes lo hacen acompañando al burro y su jinete, que suele ser alguien que visita el entroido por primera vez o una joven que va a casarse. Sandra reconoce que, últimamente, a los paseadores del tojo les hadado por atizar bien a la gente y que esto ya se aparta de la tradición. La morena es otro símbolo de fertilidad, la representa un vecino de la localidad que se enfunda un disfraz con una cabeza de vaca y se dedica a arremeter contra la gente. Antiguamente, su misión era levantar las faldas a las mujeres, pero en la actualidad ya no se hace, sobre todo porque las mujeres prefieren ir con pantalón a tan estrepitosa celebración.
Cronología completa del carnaval de Laza
Las actividades relacionadas con el entroido tienen lugar prácticamente desde el inicio del nuevo año y no finalizan hasta agotar literalmente el cuerpo y la mente el martes de carnaval.
Sandra Rivero narra que los preparativos de esta fiesta en Laza, declarada de Interés Turístico Nacional, empiezan un mes antes con los Folións, que se celebran tres viernes previos al inicio del carnaval. Los vecinos salen con los chocos y los fachós, es decir, antorchas que antiguamente se usaban para alumbrar las oscuras calles del pueblo y alejar los malos espíritus. También, daban la bienvenida a los días más largos y luminosos del año.
El viernes previo al carnaval, se lleva a cabo el Folión grande, que cada año reúne más gente. Este día llegan a Laza Folións de los pueblos de alrededor, que portan aperos de labranza para hacerlos sonar a modo de instrumento. Se forma una comparsa que sale desde el fondo del barrio de la Cerdeiriña y atraviesan el pueblo haciendo paradas estratégicas… en los bares.
El sábado, nos cuenta Sandra, es el día dedicado a los niños en el que, por la mañana, se celebra una fariñada infantil. Por la noche, los mayores organizan una cabritada. Las pandillas se juntan para compartir un cabrito en antiguas palleiras o en lareiras (construcciones antiguas de labranza) y juntos pasan la noche de troula (fiesta).
El domingo es el día en que se estrenan los protagonistas del entroido lazense, los afamados peliqueiros que ese día visten por vez primera sus impecables trajes bordados y máscaras de sonrisas desconcertantes. Salen por las calles para reunirse en grupo y van casa por casa tomando la bica blanca (bizcocho tradicional de la zona) y licor café. Posteriormente, se dirigen a la Plaza de la Picota donde lucen orgullosos su forma física y demuestran su poderío ejecuntando sus carreras y movimientos. Su principal público son los más mayores del pueblo que pasan la mañana observando y criticando el estilo de cada peliqueiro. Por la tarde, se lleva a cabo un desfile de carrozas y charangas.
Otros personajes que llegan a verse por ahí son los Maragatos, la ridiculización del peliqueiro. En el pasado, no cualquiera podía lucir el traje típico, sobre todo por el coste que tenía y sigue teniendo. Por eso, cuando algún vestuario era desechado por desgaste, no faltaba quien lo recogía y se lo ponía, aunque estuviese roto o le quedase grande. Para completar, se le agregaba una careta de cartón y accesorios raros o inverosímiles, el resultado, el esperpento. De ahí que cuando se quiere criticar el estilo de un peliqueiro se le califica de Maragato.
El lunes borralleiro: Llegamos al día grande y «sucio» del entroido Lazense. Por la mañana, tiene lugar la farrapada y la xitanada dos burros (gitanada de los burros). La farrapada es una batalla de lanzamiento de trapos bañados en barro, y la gitanada es el momento en que unos vecinos disfrazados, antes de gitanos y ahora más bien de flamencos, se pasean con carros o burros en el medio de la plaza parando la pelea.
Por la tarde, se realiza la bajada de la morena y las hormigas, momento culmen del entroido de Laza, cuando se abre la puerta a la primavera y el recibimiento consiste en arrojar tierra, harina y hormigas. Al finalizar, la troula continúa a cargo de la orquesta que amenizará la fiesta hasta que los cuerpos aguanten.
El martes es el día triste del entroido porque se acaba. Por la mañana, los peliqueiros más veteranos se visten y salen. Por la tarde, se hace un desfile de carrozas y como epílogo, se da lectura al testamento del burro, una simbólica repartición del animal entre los ancianos del pueblo. El testamento lo redacta y declama un oriundo del lugar que con sátira, ironía y retranca narra los acontecimientos del año. Es una crítica a la sociedad actual.
Por último, el entierro del entroido. Un meco (muñeco) es llevado a la Plaza de la Picota de Laza, acompañado de los peliqueiros y las viudas, donde es quemado y enterrado. El colofón de la fiesta queda en manos de los peliqueiros que a zamarrazos sacan a todo el mundo de la plaza. A pesar de la fama de golpeadores que arrastran los peliqueiros, lo cierto es que no zurran a nadie ya que los azotes se dan al suelo. Y si alguna vez golpean a alguien es porque el infeliz no se aparta de su camino. A veces, se aprovechan de sus galones para golpear a los amigos cercanos que se meten con ellos, pero todo es pura broma.
El miércoles de ceniza, se descansa de la vorágine. Nadie sale de casa, hay que reponer las fuerzas desgastadas tras varios día de troula (fiesta). La calle queda en silencio, empieza la cuaresma. El único consuelo es que pronto será primavera.
Por mucho que contemos, por mucho que describamos, por muchos videos y fotos que presentemos, este carnaval de Galicia es tan especial que es necesario vivirlo. Es una subida de adrenalina, que no viene nada mal para afrontar las vicisitudes de la vida diaria.
Panibericana
Videos: Martiño Ramos
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